¿Sabíais que la endivia es un invento belga? Pues sí. Aunque las hojas de achicoria se consumían desde el siglo XVII en Europa, la leyenda dice que fue un campesino de Schaerbeek (ahora una de las comunas de Bruselas) quien, en 1830, ocultó su cosecha de achicoria en un sótano y así, por accidente, descubrió la endivia. No entiendo nada de botánica así que copio lo que dice la Wikipedia:
"Como cultivo especializado, las endivias se cultivan de una manera muy diferente: en primer lugar se hace el plantel y se llevan al aire libre donde se deja crecer y se aprovechan las raíces; las cuales, llevadas a una cámara subterránea oscura y climatizada, emiten hojas que permanecen completamente blancas. La cosecha se hace separando las hojas de las raíces. Es una técnica desarrollada en Bélgica a partir de 1830."
En 1875, se presentó a la sociedad de horticultura francesa y un par de años más tarde empezaron a llegar los cargamentos de endivias a París. De ahí llegó a los países vecinos, y su popularidad aumentó mucho durante la Primera Guerra Mundial.
En Francia como en Suiza se llama "endive" y fue solo al mudarme a Bruselas que me di cuenta que aquí lo llaman "chicon". Fue también al llegar aquí que me di cuenta de que es un producto nacional, bien belga, y extremadamente popular. Para mí ya lo era antes de vivir en Bélgica: siempre me han gustado las endivias, pero reconozco que desde que vivo aquí mi consumo de endivias ha aumentado una barbaridad! Casi siempre le añado un par de endivias picaditas a mis ensaladas, cuando no me hago ensaladas de endivia, zanahoria y pollo, por ejemplo. También me encantan braseadas, y cómo no, quise probar esta receta en cuanto la vi. ¿Veredicto? Sólo aptas para gente a la que le guste mezclar lo dulce y lo salado, pero deliciosas acompañadas, por ejemplo, de una ensalada de rúcula.