Creo que el bizcocho de la semana pasada, el de dulce de leche, sedujo rápidamente a todo el mundo. Mi tocaya María, que también vive en Bruselas, incluso me mandó una foto a los pocos días enseñándome cómo le había quedado! Con las mismas crestas nevadas que tenía el mío, por cierto!
El bizcocho de hoy no será del gusto de todos, lo sé. Lo llevé a la oficina, ese laboratorio de cobayas cuyo comportamiento analizo para evaluar el éxito de mis dulces. Todos dicen siempre que está muy rico, sí. Pero yo calculo otros factores como:
- cuantos días tardan en terminárselo (normalmente el jueves ya no queda una miga, pero a veces vuela en día y medio)
- si le gusta a los no-golosos (¡los golosos son demasiado fáciles de contentar!)
- si alguien repite más de tres veces (el récord es SIETE)
- si se pasa alguien que no trabaja en mi planta porque le han dicho que había algo rico
- la cantidad, frecuencia e intensidad de los "hmmmmmmm..."
- si me piden que lo repita (saben que es difícil, porque siempre estoy probando recetas nuevas para el blog)
- el tamaño de los trozos que se cortan: ¿media loncha? ¿una gordita? ¿una normal?
- los adjetivos usados: "está muy bueno" es lo estándar, yo me fijo en los "delicioso", "increíble", "bueníiiiiiisimo", "espectacular"
- el número de personas que me pide la receta
Todo esto lo observo con el rabillo del ojo desde mi despacho que debería llamarse "Puesto de Mando Reposteril". Si fuera buena en matemáticas, habría creado una ecuación con todos estos parámetros y podría darle una nota exacta a cada dulce que llevo al trabajo. Como soy una patata en matemáticas, pues sólo llego a una evaluación personal que la mayoría de las veces es previsible, pero en ocasiones me sorprende.
Este bizcocho de After Eight es el único que ha tenido tantos violentos detractores como enfervorecidos enamorados. Algunos cogieron un trocito pequeño y dijeron diplomáticamente "sabe un poco raro, como a menta", y otros repitieron tres o cuatro veces pidiendo la receta y diciendo que era el bizcocho más original y sorprendentemente delicioso que habían probado nunca. Cuidado: no es tan fácil como decir, si te gustan los After Eight, te gusta el bizcocho. A mí me gustan mucho los After Eight y el bizcocho me supo "raro", y a una compañera no le gustan los After Eight y el bizcocho le pareció espectacular. Así que sólo os queda una: ¡hacerlo y sorprender!